jueves, 27 de diciembre de 2012

Tranquilo



La vida está llena de pequeños y grandes detalles que se van acumulando conforme pasan los años, muchos de estos detalles provienen de otras personas que por diferentes circunstancias llegas a conocer.
Un compañero de trabajo a quien aprecio mucho, el maestro Mario Mendoza a quien recuerdo por nuestras bromas matemáticas y forma en que bromeábamos juntos pero en contra de algún compañero o compañera en la sala de maestros del instituto evangélico Virginia Sapp, muchos nos acusaban de ser en ocasiones insoportables a la hora de bromear; pero entre nosotros existía una broma llena de alta exigencia a la hora de pronunciarse.

Y es que resulta que el idioma español es tan amplio, y las diversas formas de expresarse fácilmente se prestan para malos entendidos, por ejemplo en varias reuniones algunos maestros decían alguna opinión, y Mario y yo nos encargábamos muy en secreto de corregir y elaborar de forma correcta y diplomática la frase. Alguna maestro o maestra decía “los alumnos no entregan nada a tiempo”. Luego Yo le decía a Mario, debió decir: “algunos estudiantes no están presentando en tiempo y forma sus asignaciones” acto seguido nos reíamos, o esperábamos algún tiempo prudente y nos reíamos en nuestra oficina.

Nunca falta algún estudiante que exprese mal una idea, he aquí dos maestros de matemáticas dispuestos a corregir su forma de hablar y o escribir, y luego contarle uno al otro lo ocurrido en determinada clase de cierto salón de secundaria o bachillerato. Y sin olvidar las incontables veces que nos corregimos uno al otro, espero te acordes Marito, Marito.

Hace unos meses estando en México, mi personalidad exigente y poco conformista hizo que mi compañero de cuarto se creara una frase que frecuente decirme “A ti nunca se te puede tener conforme o contento” (léase con entonación mexicana). Determinado día me sentí corregido por Mario cuando dije: “ya me vas a decir que nunca se me puede tener tranquilo” (léase con entonación Hondureña), inmediatamente me dijo que no decía eso sino contento, y buscó la definición en diccionario de ambas para corregirme. Repito que me sentí corregido por Mario, pero al escuchar la definición de tranquilo, esa noche medité y ore, y pude concluir lo que escribiré en los siguientes párrafos.

La definición de Tranquilo según el diccionario de la real academia española dice: Dicho de una persona: Que se toma las cosas con tiempo, sin nerviosismos ni agobios, y que no se preocupa por quedar bien o mal ante la opinión de los demás.”
 
Definitivamente necesitamos gente tranquila en la iglesia, El tiempo es un factor que Dios nos da, y debemos saber usarlo, hacer las cosas con tiempo implica una gran responsabilidad, debemos cumplir la gran comisión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-18) y hay que dedicarle el tiempo, prepararnos en oración, en pensar las estrategias locales o transculturales, y ejecutar los planes de Dios.

Debemos ser una iglesia con gente segura y capaz, Daniel 5:12 nos cuenta como los servidores del rey conocían de la capacidad de Daniel, en Mateo 25 se habla de una parábola de tres personas a las cuales su señor les dio talentos. Dios nos ha dado todo esto, el ser buenos administradores de los que El nos ha dado en cuanto a educación, recursos y capacidad de todo tipo alejara de la iglesia una imagen nerviosa, agobiada, nos dará la seguridad que Dios provee.

No quiero si quiera insinuar que el dinero o el estudio nos da valor, pero si son recursos que Dios nos brinda para que hagamos su obra, el mismo sabe que la obra implica costos, y por eso nos los medios para que la iglesia lo costee. Pero no es raro ver muchas congregaciones muy nerviosas por lograr ajustar el costo de determinado evento (a veces los eventos no son precisamente para la gran comisión pero si intranquilizan a los cristianos). Una iglesia tranquila no se preocupa por el tiempo, dinero, recursos ni está nerviosa, porque Dios mismo le da la tranquilidad.

El punto final de la definición me gusta mucho, la iglesia debe quedar bien ante Dios y no ante la gente, tristemente el mensaje de salvación y vida en santidad muchas veces se ve comprometido por no ofender a la gente, eso mis lectores es falta de tranquilidad.

La paz (tranquilidad) que vino a dar Dios no es para dormir día y noche en supuesta “tranquilidad”, es precisamente esa capacidad de no preocuparnos por lo que alguien piense o diga de mí, yo debo dar el mensaje, compartir la palabra de Dios completa, y si a alguien le incomoda es lo más normal, la Biblia penetra el alma (hebreos 4:12), cuando el mensaje genuino llega la gente se va a incomodar.

Por algo al final de las bienaventuranzas Dios dice que nos alegremos cuando hablen mal de nosotros por causa del evangelio (mateo 5:10-12) porque significa que el su palabra está incomodando y aunque suene contradictorio esa es la verdadera tranquilidad. No podrá alegrarse si lo persiguen por el evangelio alguien que predica suave o acomodado, pero si dijo lo que Dios quiere y por eso lo critican, el debe estar tranquilo y alegrarse, eso dice la biblia.
En síntesis la iglesia estará tranquila cuando haga lo que Dios dice, un diccionario no inspirado ayuda un poco, pero la palabra ayuda muchísimo más a poder ver lo que Dios manda, como casi siempre te invito a que hoy hagamos iglesia.