sábado, 12 de noviembre de 2011

Interpretando a un anciano

Una de las etapas de mi vida que más he disfrutado es hacer teatro, en mi iglesia tenemos el equipo artístico llamado "Ministerio teatral nueva generación" con un buen prestigio en el medio capitalino (de Tegucigalpa), el grupo se ha presentado en los 2 teatros principales de la ciudad, y en nuestra iglesia.

Cuando uno hace teatro aprende muchas cosas, no solo a actuar, sino que disciplina, memoria, colaboración, trabajo en equipo, movimientos, además en esos 11 años que trabajé con teatro tuve la oportunidad de de incluso dirigir un par de obras teatrales.

Mis comienzos en esto son un tanto graciosos, ya que recuerdo que mi primer papel fue de soldado romano y leía unas 3 líneas y según los “expertos” dirigentes de aquel entonces no lo hacía bien, como sea salimos adelante en aquella obra llamada “El ocupó mi lugar”. Aunque fui objeto de burlas y apodos  malignos (algunos me persiguen hoy en día, pero no les diré cuales chismosos) pude debutar en teatro y comencé una etapa súper agradable de mi vida.

Teatro es una forma de llevar el evangelio y edificar la iglesia, pero es arte, y el arte es una forma de alabar a Dios, por supuesto que sí, el talento de hacer teatro y dedicarlo a Dios es un olor grato ante El.

No crean que fue fácil para mí introducirme en el mundo teatral (aficionado claro está) sobre todo en ambientes donde se burlan cuando no haces bien algo, se requiere carácter y disciplina, sumado al talento que proviene de Dios. El punto es que mi primer papel largo fue en el momento que íbamos a presentar la obra “Luz en las tinieblas”. Resulta que narra la historia de un ciego que estuvo en la primera navidad y le cuenta a otro ciego como ocurrió aquello, originalmente yo era el segundo ciego que hablaba poco.

Un hermano adulto interpretaría al pastor anciano que era quien hablaba más durante 3 de las 7 escenas de la obra. El hermano tuvo problemas de salud y a menos de un mes de la presentación hablaron conmigo, las razones de esa plática no eran mi gran talento teatral, era que sabían que tenia buena memoria, y que hablo despacio (no me agradó el comentario en su momento por cierto, creo que ni ahora), se les ocurrió que yo podía interpretar a un pastor anciano. 

Pues tomé el reto y me introduje en la vida de un pastor anciano y sabio en la época en que Jesús nacía, fue difícil, porque estaba contra reloj y en dos de las 3 escenas intercambiábamos diálogos entre 10 personas, y yo era el que más hablaba, aun recuerdo casi todo el papel desde hace 10 años, sobre todo Isaías 11 que era uno de los monólogos que me “echaba”. 

Aunque es curioso hablar de cómo después de eso mi labor en teatro fue más relevante y significativa, como conté antes llegué a interpretar un par de protagónicos y a dirigir obras de niños y de adultos, pero ese será tema aparte. Lo que sí es útil mencionar es que varios de mis papeles fueron de ancianos desde entonces, interpreté tres pastores ancianos, dos reyes magos de oriente (mi color de piel ayudó supongo), el año viejo, un viejito dueño de pulpería, etc. Desde aquel pastor llamado Simeón que fue tan bien interpretado me gané la venia para hacer papeles similares a falta de hermanos adultos en el grupo.

Al interpretar ancianos no pude evitar entrar en la psicología de alguien de esa edad, recuerdo que nuestro director decía muchas veces (al punto de aburrir), que el actor se olvida de quien es, y en el escenario se convierte en otra persona.  En efecto el pensar en ser alguien mayor, y que recién vio a Jesús nacer me hizo valorar mucho al edad que tenía (y tengo ahora) y la época en que nací.

Sin duda ver el nacimiento o cualquier evento del ministerio terrenal de Jesús pudo ser una época genial, pero tener la oportunidad de ser hoy un instrumento en manos de él no deja de ser igualmente valioso.

Dice Daniel 2: “20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. 21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. 22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.” Él es quien sabe porque hace las cosas y en qué tiempo las hace.

La interpretación de un anciano, me hizo profundizar en la etapa de vida que estoy viviendo, en agradecer mucho que a mis 8 años de edad una madre conocedora me llevó a la iglesia, que crecí en una iglesia sana, y que puedo hoy compartir a mis amigos, alumnos y lectores las maravillas que Dios hace, a su vez a retarme y retarles a ustedes a que no nos acomodemos mucho, la Iglesia tiene un potencial mucho mayor de lo que estamos haciendo hoy.

La Iglesia tiene una generación de jóvenes que puede y debe asumir el reto de llevar la palabra, los límites los colocamos nosotros mismos, me da la impresión que le ayudamos a Satanás en el proceso de entorpecer la labor asignada a la iglesia, por tanto todos no importa nuestra edad debemos estar haciendo y no entorpeciendo la labor que como pueblo de Dios tenemos.

Si interpretar un papel de anciano en una obra teatral puede inspirar a una persona normal para compartir algo, creo que cuando Dios se manifieste de manera personal y directa en tu vida, son muchas cosas más las que puedes hacer. Por tanto hagamos iglesia hoy. El más que nadie sabe porque te designó vivir en esta época, el revela lo profundo de sí mismo para tu vida, y muestra su luz para que resplandezcas donde vayas mi hermano y hermana. Lee Isaías 60:1

1 comentario:

  1. Ana Cristina Hernández3 de febrero de 2012, 14:41

    profe le queda bien el papel de viejito jeje
    me encanto este mensaje
    me alegra saber que a traves del teatro se pueda lograr cosas maravillosas, muy interesante, no solo el teatro hay muchas maneras de alabar a Dios, solo que tenemos que aprender a identificarlas..

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