La vida está llena
de pequeños y grandes detalles que se van acumulando conforme pasan los años,
muchos de estos detalles provienen de otras personas que por diferentes
circunstancias llegas a conocer.
Un compañero de
trabajo a quien aprecio mucho, el maestro Mario Mendoza a quien recuerdo por
nuestras bromas matemáticas y forma en que bromeábamos juntos pero en contra de
algún compañero o compañera en la sala de maestros del instituto evangélico Virginia
Sapp, muchos nos acusaban de ser en ocasiones insoportables a la hora de
bromear; pero entre nosotros existía una broma llena de alta exigencia a la
hora de pronunciarse.
Y es que resulta
que el idioma español es tan amplio, y las diversas formas de expresarse fácilmente
se prestan para malos entendidos, por ejemplo en varias reuniones algunos
maestros decían alguna opinión, y Mario y yo nos encargábamos muy en secreto de
corregir y elaborar de forma correcta y diplomática la frase. Alguna maestro o
maestra decía “los alumnos no entregan nada a tiempo”. Luego Yo le decía a
Mario, debió decir: “algunos estudiantes no están presentando en tiempo y forma
sus asignaciones” acto seguido nos reíamos, o esperábamos algún tiempo prudente
y nos reíamos en nuestra oficina.
Nunca falta algún
estudiante que exprese mal una idea, he aquí dos maestros de matemáticas
dispuestos a corregir su forma de hablar y o escribir, y luego contarle uno al
otro lo ocurrido en determinada clase de cierto salón de secundaria o
bachillerato. Y sin olvidar las incontables veces que nos corregimos uno al
otro, espero te acordes Marito, Marito.
Hace unos meses
estando en México, mi personalidad exigente y poco conformista hizo que mi
compañero de cuarto se creara una frase que frecuente decirme “A ti nunca se te
puede tener conforme o contento” (léase con entonación mexicana). Determinado día
me sentí corregido por Mario cuando dije: “ya me vas a decir que nunca se me
puede tener tranquilo” (léase con entonación Hondureña), inmediatamente me dijo
que no decía eso sino contento, y buscó la definición en diccionario de ambas
para corregirme. Repito que me sentí corregido por Mario, pero al escuchar la definición
de tranquilo, esa noche medité y ore, y pude concluir lo que escribiré en los
siguientes párrafos.
La definición de Tranquilo según el diccionario de la
real academia española dice: “Dicho de una persona: Que se toma las cosas con tiempo, sin
nerviosismos ni agobios, y que no se preocupa por quedar bien o mal ante la
opinión de los demás.”
Definitivamente
necesitamos gente tranquila en la iglesia, El tiempo es un factor que Dios nos
da, y debemos saber usarlo, hacer las cosas con tiempo implica una gran
responsabilidad, debemos cumplir la gran comisión (Mateo 28:18-20; Marcos
16:15-18) y hay que dedicarle el tiempo, prepararnos en oración, en pensar las
estrategias locales o transculturales, y ejecutar los planes de Dios.
Debemos
ser una iglesia con gente segura y capaz, Daniel 5:12 nos cuenta como los
servidores del rey conocían de la capacidad de Daniel, en Mateo 25 se habla de
una parábola de tres personas a las cuales su señor les dio talentos. Dios nos
ha dado todo esto, el ser buenos administradores de los que El nos ha dado en
cuanto a educación, recursos y capacidad de todo tipo alejara de la iglesia una
imagen nerviosa, agobiada, nos dará la seguridad que Dios provee.
No
quiero si quiera insinuar que el dinero o el estudio nos da valor, pero si son
recursos que Dios nos brinda para que hagamos su obra, el mismo sabe que la
obra implica costos, y por eso nos los medios para que la iglesia lo costee. Pero
no es raro ver muchas congregaciones muy nerviosas por lograr ajustar el costo
de determinado evento (a veces los eventos no son precisamente para la gran comisión
pero si intranquilizan a los cristianos). Una iglesia tranquila no se preocupa
por el tiempo, dinero, recursos ni está nerviosa, porque Dios mismo le da la
tranquilidad.
El
punto final de la definición me gusta mucho, la iglesia debe quedar bien ante
Dios y no ante la gente, tristemente el mensaje de salvación y vida en santidad
muchas veces se ve comprometido por no ofender a la gente, eso mis lectores es
falta de tranquilidad.
La
paz (tranquilidad) que vino a dar Dios no es para dormir día y noche en
supuesta “tranquilidad”, es precisamente esa capacidad de no preocuparnos por
lo que alguien piense o diga de mí, yo debo dar el mensaje, compartir la
palabra de Dios completa, y si a alguien le incomoda es lo más normal, la
Biblia penetra el alma (hebreos 4:12), cuando el mensaje genuino llega la gente
se va a incomodar.
Por
algo al final de las bienaventuranzas Dios dice que nos alegremos cuando hablen
mal de nosotros por causa del evangelio (mateo 5:10-12) porque significa que el
su palabra está incomodando y aunque suene contradictorio esa es la verdadera tranquilidad.
No podrá alegrarse si lo persiguen por el evangelio alguien que predica suave o
acomodado, pero si dijo lo que Dios quiere y por eso lo critican, el debe estar
tranquilo y alegrarse, eso dice la biblia.
En síntesis
la iglesia estará tranquila cuando haga lo que Dios dice, un diccionario no
inspirado ayuda un poco, pero la palabra ayuda muchísimo más a poder ver lo que
Dios manda, como casi siempre te invito a que hoy hagamos iglesia.