Y creo que aún no he vivido todo lo que debo para contar muchas cosas, pero cuando reviso muchas experiencias de vida, cuando analizo como Dios permitió tantas situaciones alrededor de mi relación con Elisa para que hoy pueda contar esta historia de amor me impresiono mucho.
Es tan basta la historia que no se donde comenzar, puede ser a principios de la década de los 2000 cuando mi mami me insistió una y otra vez (a pesar de mi temporal enojo) que mi esposa era extranjera y no Hondureña, podría ser a mediados del 2011 cuando Dios me indicó que cerrara ciertas etapas ministeriales y el me abriría puertas y a partir de noviembre de ese año me promovieron en el trabajo, se me indicó de parte de Dios a principios del 2012 que serviría en la obra a tiempo completo, En Abril 2012 un misionero mexicano oraba en Tailandia por el futuro esposo de su hija (quien a su vez estaba orando también), que en mayo del 2012 conocí a Yiyo y Yaya, quienes fueron piezas clave que Dios utilizó no solo para traerme a México sino para enseñarme muchísimas cosas.
El Viernes 10 de agosto alrededor de las 2 pm estaba llegando al aeropuerto internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, mismo lugar donde algunos meses después mi amada estaría regresando de un año y medio de labor misionera en Europa y África.
El 2013 fue el año donde nos conocimos, donde ocurrieron tantas cosas que las palabras son una limitante de expresión en este caso, empezó una amistad llena de diversión, un noviazgo y un romance muy hermoso del cual he disfrutado cada momento, un 15 de Diciembre celebramos un compromiso que iniciaba una etapa aún mas profunda e impresionante. Ha sido una historia con todos los ingredientes necesarios para decir que bello, que hermoso, como Dios permite y cuida estos detalles en mi vida y en la de Elisa, sinceramente estoy muy feliz. (Algún día contaré más)
Cuando leía Juan 3 me encontré una historia de amor aún mas hermosa, mas intensa, mas trascendente. ejemplar a un punto en que la añoro.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Cuando leo lo que Dios hizo por amor, y en medio de la oscuridad y condenación que está sumido el mundo sufrido y perdido, Dios ofrece una esperanza de luz, un sacrificio de Amor, una Vida Eterna.
Eso es amor, esa es la mejor historia de amor jamás contada y vivida. Aunque he disfrutado mi historia, esta no tendría sentido si Elisa y yo no tuviéramos a Cristo en nuestro corazón. Como así es, entonces lo nuestro tiene mas sentido, ya que podemos amarnos, porque entendemos que el nos amó primero, y como parte de la iglesia, como su Novia, tiene sentido experimentar su amor.
Iglesia somos parte de esta gran historia de amor, y está en unos pocos versículos de Juan 3, pero debes asegurarte que sea real en tu vida hoy. Y si lo es, pues compártelo a otros.