Hace algunos meses escribí una estructura espiritual para un campamento que involucraba una serie de devocionales, charlas, fogatas y juegos titulado el juego de la vida. Ayer regresé a mi casa después de haber ido al mencionado campamento.
Por años y años he asistido a los campamentos de semana santa de la iglesia el Cenáculo, y siempre han sido de bendición, el juego de la vida tuvo la peculiaridad de que fui ya no como líder de jóvenes, sino como expositor y coordinando la parte de los mensajes.
La estructura de los mensajes comenzaba con un día titulado ¿Sabías que? Ya que a la hora de jugar es muy importante saber las reglas del juego, he dirigido tantos juegos y dinámicas en mi vida, que desde la que veo la actitud del grupo respecto a si prestan atención a las reglas o no.
En cierta ocasión expliqué las reglas de una actividad tan sencilla que era un insulto a la inteligencia del grupo repetir las instrucciones, cuando menos acordé armaron al revés lo que tocaba armar, y nadie disfrutó el momento, por el contrario, fui víctima de críticas y reclamos por hacer una actividad tan mala, meses después un grupo atento hizo y disfrutó aquella actividad, el problema quizás fue mi forma de explicar o la actitud del grupo, al final me di cuenta que las instrucciones de un juego son vitales para poderse disfrutar.
Cuando uno juega o ve jugar a un grupo detecta mucho, los jugadores profesionales demuestran su conocimiento de las reglas y técnicas necesarias, un partido de futbol entre aficionados puede ser el equivalente a enterrar un cincel en el ojo, o ver como alguien intenta jugar tenis sin siquiera poder hacer un saque, hay cosas que he visto que ofenden bastante.
En simples dinámicas el no seguir reglas hace que se tarde más de lo debido, y que la gente se frustre antes que aprender algo, por eso en el juego de la vida lo primero es saber que hay reglas, y hay un lugar de donde partir.
La palabra de Dios menciona en Mateo 7:24 al 27 la ilustración de los dos cimientos, y la gente que no se detiene hoy a pensar en su labor en la Iglesia de Cristo, puede estar construyendo su vida sobre la arena, puede ser el niño que reclama por todo por el simple hecho de no saber las reglas del juego. Es triste reconocerlo, pero todos en alguna ocasión hemos empezado a construir áreas de nuestra vida sobre la arena, y hoy en día hay muchos “cristianos” acalambrados espiritualmente, porque nunca han leído el manual (la Biblia)
La falta de lectura, oración y conocimiento es un mal que se acrecienta mas en medio del pueblo de Dios, y eso es recurrente, dañino y destructivo, sino sabias que en la palabra están las respuesta de Dios a lo que oramos, es posible que tu suelo sea arena y tu vida pueda desmoronarse.
Lo positivo de esto es que si reflexionas hoy mismo, tu vida puede pasar a cimentarse sobre la roca, es preciso pensar mucho, meditar y accionar, es necesario hacer un diagnóstico personal y saber donde estas, y hacia a dónde vas. Si no puedes determinar eso, no estás edificando sobre la roca.
En Lucas 14:28 al 30, Jesús nos dejó el mensaje de edificar bien y no quedarnos como torres a medio construir, el edificar sobre la roca implica tomar la cruz cada día, implica darle ese primer y exclusivo lugar a Cristo, implica renunciar a todo lo que poseemos, sabias que si eso no ocurre, ni si quiera puedes ser llamado su discípulo.
Sabias que sino edificas bien la gente se burlara de ti, Estoy seguro que Cristo no murió por mí para que se burlen de mi, el murió por mí para que yo pueda realmente vivir, y en este juego de la vida es necesario saber las reglas para ganar. Si estas del lado de Cristo eres ganador, créelo y vívelo, sino tu vida se hundirá en las arenas del olvido, si lo haces la roca eterna de Cristo te sostendrá aun en medio de la peor tormenta que vivas.
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