En Honduras existe una institución de previsión de magisterio, es un lugar donde los docentes aportamos dinero mensualmente y tenemos acceso a créditos y jubilación, cierto día estaba avalando a una persona en ese lugar y alguien desde la puerta alzó su voz diciendo "PROFE" acto seguido 96% de las personas que estábamos ahí volteamos a ver, luego yo me apene (como casi todos) al darme cuenta que la conversación no era conmigo. Ese cómico evento me hizo recordar que a veces nuestro nombre es importante, pero la forma en la que nos tratan también se vuelve familiar.
Una de las experiencias más gratificantes de mi vida ha sido la de enseñar, durante 13 años he enseñado en clases de escuela dominical en mi iglesia local, y hace 8 años me dedico a la docencia formal en mi país.
Cada día el maestro aprende, cada generación, cada grupo, cada estudiante es muy diferente, y tratar con personas día a día es seguirse formando.
Sin duda al decidir ser maestro supe a lo que me exponía, a que en diversas ocasiones los alumnos me dirían sobrenombres, mas de alguno haría mala cara diciendo "ahí viene ese viejo", recibir malas caras de los estudiantes cuyos resultados no son los mejores, etc. Etc.
Pero la gratificación de hacer lo que Dios me ha llamado a hacer es incomparable, me encanta servir a otros a través de la educación, y de hecho he aprendido a disfrutar que la gente me conozca como "profe" o "maestro" "teacher" "mister".
Puedo testificar que enseñando clases como matemática, física, química (que son complejas) la mayoría de mis alumnos tienen una buena impresión de mí, y eso tiene que ver con la personalidad y el trato, y sin duda con la obra de Dios en mi vida.
Y retomando el cuadro inicial, donde nos hemos acostumbrado a que nuestro nombre sea sustituido por nuestra profesión, varios de los lectores se identificaran cuando les digan Lic. Dr. O "hey vo", pero sin duda hay gente que le ha dado peso a los nombres groseros que otros han impuesto como "tonto" "inútil" "fea" "flaco" "gorda", nombres por los que algunos hacen caso y llegan a creer como que ese es el verdadero valor que tenemos.
No debemos darle importancia a eso negativo y sin fundamento que la gente dice, pero irónicamente el nombre que nos ha asignado Dios si debemos darle importancia y en varias ocasiones no lo hacemos.
La palabra dice que somos reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6), que somos hijos de Dios (Juan 1:12), que somos linaje escogido (1 Pedro 2:9), esto y muchas cosas positivas dice dios a cerca de cada uno de ustedes lectores, ese es el estatus que Dios le da a la iglesia, al que en humildad y sencillez debemos hacer caso, y si así fuera muchos de los problemas de la iglesia no existieran.
Sin duda agradeceré que me digan profe, y espero estar a la altura del caso, pero en realidad Dios nos asigna un nombre más valioso y más relevante al que debemos atender. Iglesia tomemos el valor que Dios nos da y aunque suene redundante Iglesia hagamos Iglesia.